Alguno pensará que el titular de esta entrada viene en relación al fatídico martes y 13 que muchos tienen marcado en el calendario como día especialmente malo. En este martes y 13 de marzo se cumple un año de la partida de mi padre para algún sitio donde espero encontrarme con él dentro de unos años, cuantos más mejor. Este día hace un año era domingo de piñata en el Carnaval de Tenerife y yo llevaba una semana a su lado cuando decidió marcharse definitivamente, había cumplido 92 años unos días antes y creo que su vida había sido lo suficientemente intensa como para irse satisfecho, aunque conociéndolo un poco estoy seguro de le hubiese gustado estar otros 92 años disfrutando de una vida llena de emociones y sensaciones como ha sido la suya.
Mi padre en su periplo de vida no creo que tuviera tiempo para aburrirse, con 17 años recién cumplidos se alistó en el ejército cuando el alzamiento de las tropas de Franco se produjo en Tenerife el 17 de junio de aquel año 1936 y la guerra la hizo como alférez provisional en el bando nacional, que se llamaba entonces y que algunos ahora no les gusta citar o recordar. Yo, igual que mi padre en su día, no me avergüenzo para nada de lo que mi padre decidió con sus 17 años recién cumplidos y él os puedo asegurar que tampoco, siempre fue un hombre de derechas con sus ideas y principios muy claros. La vida discurre de muchas maneras y ponerse a buscar excusas o explicaciones a los que pasó hace más de 75 años no creo que sea un buen ejercicio mental, muchas veces buscamos tantas razones a las cosas que vamos viendo o hemos visto en nuestro camino que no nos da tiempo de disfrutar del mismo.
Yo se que mi padre era un hombre bueno que estuvo siempre al lado de mi madre hasta que ella se marchó y que fue un ejemplo en vida para mis hermanos y para mi mismo. Muy amigo de sus amigos, que lo querían y apreciaban, a los que vio marcharse de su lado a medida que pasaba el tiempo y la edad no les perdonaba. Buen conversador en cualquier tertulia, tenía un corazón enorme y siempre estaba dispuesto a echar una mano en lo que le solicitasen y él podía ayudar, para todos sus amigos era Pepito Coello y siempre que lo buscaban lo encontraban, su familia y sus amigos eran la clave de su vida.
Como padre siempre me dejó tomar las decisiones tras darme los consejos que creía oportuno darme, pero nunca me obligó a hacer algo que no quisiera. Recuerdo muy bien cuando le dije que tenía una oferta para entrenar en Murcia, yo tenía un buen trabajo en Tenerife y solo me faltaba una asignatura para terminar mi carrera de Medicina, y él solo me dijo que lo que yo hiciera estaba bien hecho, que el único problema era la distancia que se abría entre la familia pero que era hora de tomar decisiones y si la mía con 29 años era seguir entrenando de manera profesional, que tratara de aprovecharla. Siempre me apoyó en cada paso que di y creo que con sus cosas, que también las tenía, no pude tener mejor padre del que tuve, exactamente igual que con mi madre. Realmente fui un afortunado en este sentido.
De mi padre se contaban mil anécdotas de su juventud, tras la guerra civil tenía solo 20 años y era oficial del ejército, algunas supongo que son ciertas y otras no tanto, algunas se pueden contar y otras mejor que no, pero está claro que su vida hasta llegar al matrimonio fue un carrusel de emociones sin límites que marcaron su carácter y su forma de ser. Algunos cuentan que estando destacado en La Laguna como teniente de un cuartel de artillería, creo, cerca de la Plaza del Cristo lagunera, una tarde le prendió la mecha al castillo de fuegos artificiales a las cuatro de la tarde del día grande de las fiestas, los fuegos artificiales se tiraban a las doce de la noche, pues se iba de maniobras y se lo iba a perder, desde luego que un poco golfete si que era.
Recuerdo cuando yo tenía 20 años y el periódico El País salió a la venta, yo que ya llevaba un par de años en la universidad, lo compraba cada domingo para leerlo con avidez. Mi padre desde el balcón de mi casa, vivíamos en un tercer piso, siempre me decía con mucho cariño ahí llega el sobaco ilustrado, yo siempre subía aquella cuesta de mi casa con la prensa debajo del brazo. A él El País no le gustaba para nada leerlo, pero aquel suplemento color salmón con los entretenimientos del domingo, crucigramas sobretodo, se los merendaba de un tirón, tengo que decir que a mi me encantan los crucigramas y cuanto más difíciles mejor.
Era un gran sibarita y le encantaba comer bien y el buen vino, en estos últimos veinte años siempre que podía le llevaba algunas botellas muy buenas que le mandaba mi suegro, él las veía y me decía muy serio, estas botellas hay que beberlas en momentos especiales y apreciando lo que son, a tus hermanos no les voy a dar pues a ellos les da lo mismo que sean Vega Sicilia o vinos de Tacoronte, que por cierto son unos caldos espléndidos de mi querida isla.
Podría contra muchísimas más anécdotas sobre él y los deportes, en los últimos años era un fanático de Rafa Nadal, como lo fue durante años de su CD Tenerife de fútbol. Seguía el fútbol con pasión y estos último años el FC Barcelona del chicharrero Pedrito era su predilecto, muy a mi pesar.
La primera y única vez que me vio jugar a baloncesto, yo era juvenil y jugaba precisamente en el CD Tenerife que teníamos la pista de juego muy cerca de mi casa, me dijo que no quería que me molestara con sus palabras pero creía que si me gustaba tanto el baloncesto era mejor que hiciera otra cosa que jugar, yo le entendí perfectamente pues realmente yo en aquella época era el más malo de mi equipo, que por cierto era un equipazo. Tenía un humor muy fino y yo como hijo solo podría seguir contando cosas buenas de él y lo que fue nuestra relación hasta el año pasado, cuando los años decidieron cortar éste vínculo, solo espero que mi hijo tenga el mismo recuerdo que yo tengo del mío. Un abrazo fuerte Papá, allá donde estés.
Termino con una canción que ya he puesto alguna vez, era de las que más oía en mi juventud y para mi tenía un gran significado. Es Father and Son, Padre e hijo, de Cat Stevens, una auténtica maravilla que su letra sigue teniendo vigencia hoy en día y que está dedicada a mi padre.
3 comentarios:
Felipe en un dia como hoy te regalaré unos versos escritos por mi padre al que igual que tu, perdí hace ahora 4 años.
El poema se titula "VIVIR" y mi padre mantiene la teoria de que todos permanecemos vivos en el recuerdo.
Vivir.
Que gran ironía
en medio de
tantos muertos.
Vivir, Vivir
es sólo existir
en el tiempo
y en el tiempo
es imposible morir.......
Estupendo post, ojalá mi hijo hablara el día de mañana así de mí. Un abrazo
Muchas Gracias a los dos, expresar mis sentimientos en unas letras es muy complicado pero como dice "postebajo", a mi padre lo tengo muy presente en mi recuerdo cada día.
Un abrazo para los dos.
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