viernes, abril 27, 2012

DESGRACIADAMENTE SE VEÍA VENIR...

Mi colaboración con La Verdad llegará un día más tarde por razones obvias de horario, pues a la hora que terminó el partido solo daba tiempo para colgar la crónica y poco más. Si no pasa nada anormal, mañana sábado se publicara esa contribución que hago en cada partido de casa del Ucam Murcia y seguro que alguno o algunos se podrán dar por aludidos sin ser nombrados por sus nombres y apellidos, que se lo tomen con filosofía porque al fin y al cabo es solo mi opinión y por eso precisamente no tiene que ser dogma de fe. 
La verdad es que me hubiese gustado contar más cosas de este partido tan especial jugado en un horario anormal y sin sentido al que la liga te obliga por razones de televisión, pero al final se ha quedado en esto.


Pues si, tal y como reza el título de la entrada se veía venir, es triste y seguramente aceptaría otros calificativos más fuertes pero se veía venir. Llevo años denunciando lo que me parecía una indecencia por parte de algunos personajes del baloncesto español que no tienen ningún respeto por el baloncesto de Murcia, por quien lo hace y mucho menos por quien trabaja en él, independientemente de como se llame, de donde venga o de la temporada que sea. La pena es que cuando yo lo denunciaba sin esconderme hace unos años estando en el primer plano de nuestro baloncesto profesional, los de aquí y los de allí solo veían las excusas de alguien que no estaba preparado para aceptar las derrotas por su mala planificación o simplemente por el mal desarrollo de su trabajo. No me alegro en absoluto de que el tiempo, ese sabio que nunca se equivoca, me termine dando la razón, pues la sensación de amargor e impotencia que se vivió anoche en el Palacio de los Deportes de Murcia por parte de los miles de aficionados que se acercaron a ver el partido es solo comparable con la perplejidad con la que celebraban el triunfo el nutrido número de seguidores del Lucentum que vinieron desde Alicante.

Podría hablar del partido, con demasiados errores por culpa de esa maldita ansiedad que entra cuando sabes muy bien lo que te estás jugando, pero me parece que circunscribir la derrota a un posible error arbitral a falta de poco más de dos segundos es faltar a la verdad y a lo que realmente sucedió en la pista. Está claro que el Ucam Murcia se pareció poco al que nos tiene acostumbrado en los últimos partidos de casa y en el primer cuarto sufrió mucho más de lo previsto para poder controlar al veterano Tyrone Ellis que terminó con quince puntos aprovechando los errores defensivos de situaciones de ayudas demasiado largas o buscando faltas que algunas veces solo las veían los del silbato.
Pero para poder explicar lo que verdaderamente pasó sobre la cancha habría que preguntarse por la sibilina actuación de los árbitros que vinieron a Murcia. Los errores, demasiados sin duda alguna, desde la línea de tiros libres dieron alas a los rivales, que eran dos, para poder controlar los guarismo de un marcador que siempre se movió en números perfectos para poder decidir el partido en una acción puntual y eso fue lo que pasó. Ni más ni menos.
Cuando la ansiedad hace presa de tus emociones es difícil controlar ciertos aspectos del juego que luego te pasan factura cuando quieres hacer frente a la realidad que se te viene encima. 
Los partidos de baloncesto que se mueven en tanteos igualados son un excelente caldo de cultivo para que puedan ser determinante unas faltas que nadie ve y se van sumando de cara a la recta final, una técnica al entrenador por un gesto que si quieres podría pasar desapercibido o cualquier otro detalle que cuando te vienes a dar cuenta pesan como una losa en un final apretado. También es verdad que un equipo de esta categoría no se puede permitir el lujo de errar diez tiros libres y terminar con solo un 57% de acierto desde esa línea, también es cierto que nadie puede entender como Dewar tras desatascar a su equipo con un triple a mediados del último cuarto luego pueda lanzar y anotar dos más en el tramo final completamente solo porque su defensor, un especialista defensivo según parece, esté hundido en unas ayudas demasiado largas que no se necesitaban en absoluto, y seguramente tampoco son demasiado lógicos los errores tan claros en los minutos más importantes de jugadores a los que se les presume una experiencia y una calidad contrastada, pero tengo que decir, porque lo he vivido en mis carnes, que cuando entras en esa voragine de ansiedad y frustración cualquier cosa es posible.
Ahora toca remar contra la corriente, que es fuerte y viene de muchos sitios diferentes, ir a Madrid a intentar hacer una hombrada frente a los hombres de Pablo Laso, solo el Gescrap Bilbao lo ha hecho esta temporada, y si no fuese posible amarrarse bien los machos para ganar al Manresa y al Estudiantes en las dos últimas jornadas. Si nos dejan, claro está.

Hasta aquí lo que mañana espero que salga la La Verdad en la que como siempre doy un punto de vista diferente al propio de lo que pueda ser una crónica del partido. Para eso están los profesionales del periodismo que seguramente serán mucho más objetivos que yo.
Del partido hay muchas más cosas que contar pues un encuentro que llega empatado a falta de poco más de seis segundos da para mucho, pero hay cosas que son muy difíciles de transcribir cuando se sienten de la manera que yo las siento. 
El listo de turno, un habitual en estos quehaceres del silbato, tras hacer un trabajo fino y elegante en los dos primeros cuartos dejó a sus compañeros que se metieran en la boca del lobo en la segunda parte de forma muy hábil y entre uno que pesa 20 kilos de más de los que se le pueden pedir a un profesional y otro que cada año que pasa es más timorato, terminaron por decidir un partido que podía haber ganado cualquiera de los dos si hubiese ido por su cauce natural. Los errores en los lanzamientos liberados y en los tiros libres eran un factor que se compensaba muchas veces por el mal juego del Lucentum que solo encontró a Pedro Llompart en los minutos finales y al que acompañó de forma sobresaliente un Dewar al que Jordi Grimau dejó muy solo en sus dos últimos triples. Tampoco la lectura del juego en los momentos más difíciles del partido era la más correcta por parte de los directores del juego locales, pero eso ya había pasado antes y se había solventado con defensa y el aplomo del resto que en esta ocasión tampoco apareció.
Ahora toca jugar a la épica y me parece que la situación se pone muy complicada pues parece, y digo parece para que alguno no se equivoque, que efectivamente hay muchos interesados en que el Estudiantes, un histórico del baloncesto español venido a menos y agobiado por las deudas, no baje de categoría y pueda desaparecer pues eso llevaría seguramente que alguien se tenga que hacer responsable subsidiario de todo lo que deben los madrileños, que es mucho, y eso por lo que comentan algunos es algo a tener muy en cuenta.
Por cierto que el domingo próximo el Asefa Estudiantes jugará en la pista del Assignia Manresa y será televisado por las autonómicas a las 12,15 horas, luego, un poco más tarde, y por la misma plataforma de las televisiones regionales podremos ver al Ucam Murcia jugar con el Real Madrid desde las 17,00 horas.

1 comentario:

Francisco dijo...

Buenas noches Felipe. Normalmente estoy conforme con tus entradas en casi todo, sobre todo en temas de tortitas de chocolate y en tus gustos musicales al 100%. Pero en lo referente al partido del jueves, debo decir que el resultado tan ajustado solo hizo que los arbitros se tuvieran que emplear menos de lo que ellos se pensaban en hacer perder al UCAM. Habia momentos donde le doblaban en faltas. A mitad del tercer cuarto el Murcia ya tenia a tres jugadores con tres faltas y ellos, todos los que tenian faltas, tenian dos (parecia programado). Las dos tecnicas de verguenza y en momentos decisivos. Tengo la sensacion de que este partido o lo bordaba el Murcia o no lo ganaba en la vida. Tan solo es la opinion de un cartagenero que desea que el Murcia siga en ACB pero que opina sin estar cegado por la pasion de los colores de su club. Bueno, suerte para todos.