Una vez más mi colaboración en La Verdad sobre el partido del Ucam Murcia recibió el tijeretazo propio de una colaboración, la mía, mal medida por mi parte en palabras y extensión. No importa, siempre me queda este espacio para que se lea completamente. Que conste que este comentario previo no significa disgusto, simplemente porque entiendo que todo esto es cuestión de espacios y prioridades.
En este juego tan apasionante como es el baloncesto hay algunas reglas no escritas que se suelen cumplir a rajatabla, una de ellas es la que un equipo que juega sin base, porque no lo tiene o porque el que juega está muy lejos de los que se espera de él, suele tener muchas posibilidades de perder en un partido que se desarrolla con cierta igualdad. Otra regla que se usa bastante en estos casos es que un partido igualado se rompe por pequeños detalles que luego, visto lo visto, terminan abriendo enormes brechas.
Tras el descanso los gallegos ajustaron mucho más su defensa sobre los interiores locales, ahogándolos con las ayudas exteriores al mismo tiempo que no dejaron espacios libres para que Barlow hiciera daño desde la línea de tres puntos. Aunque el mayor problema venía de la producción ofensiva de sus dos exteriores, Ebi Ere y Washington, que tuvieron mucho espacio para penetrar y hacer puntos con los que se abrió el marcador coincidiendo con la guerra abierta con un arbitraje más que discutible.Las dos faltas de James Augustine volvieron a sentarle muy pronto en el banco en la primera parte y los de Luis Guil desaprovecharon su opción de romper el partido, 28 a 20, en la recta final del segundo cuarto. Sekulic no sacaba ventaja de su diferencia física cerca del aro y solo Matt Walsh anotaba con regularidad cuando estaba en la pista, que por cierto quizás pasó minutos de más en el banco cuando más enchufado estaba. A mí, Matt Walsh, me parece un buen jugador de equipo que pasa muy bien el balón y que es capaz de generarse sus propios tiros.
No creo que el Obradoiro Blusens sea tan superior al Ucam Murcia como se vio en la segunda parte del partido tras un primer tiempo muy igualado que terminó con empate a 32. Moncho Fernández movió con habilidad su banquillo en la primera parte buscando mantener un nivel defensivo acorde al que el partido pedía, luego exprimió al máximo los errores de los locales para ir, poco a poco, abriendo un abismo entre ambos equipos.
El 11 a 25 del tercer cuarto era el detonante para destrozar un partido que había marchado por los caminos de la igualdad. Ni la zona 3-2, ni jugar sin base y arriesgar en una defensa muy agresiva fue un problema para el Blusens que con dos triples consecutivos de Corbacho terminaron de estirar el marcador hasta los 20 puntos. El boricua Andrés Rodríguez dominó el tempo del partido y no le hizo ni falta anotar para marcar el ritmo adecuado en cada momento, junto a él Stephane Lasme, un atleta excepcional jugando de cuatro, y el canadiense Kendall dieron la puntilla a un equipo que se descompuso con demasiada rapidez ante un rival muy duro que supo exprimir al máximo sus opciones. Del arbitraje mejor ni hablar aunque la presencia de Alberto García Chápuli, director de arbitraje de la ACB, en el palco del Palacio de Deportes solo sirvió para ver otro memorable espectáculo de los mismos.
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