martes, marzo 11, 2014

FECHAS EN EL RECUERDO...

Hoy se cumple el décimo aniversario del fatídico 11M que cambió el rumbo muchísimas vidas en todos los sentidos, muchos quedaron en el camino de aquellas vías de tren en Madrid y muchas más siguen pensando que aquello fue el principio del fin por muchas razones. La gente que me conoce, sabe que no me gusta nada o casi nada la política, que no creo en ella, que hay pocas personas relacionadas con la misma con las que tenga más o menos relación y que como dicen algunos no deja de ser un mal menor con el que tenemos que convivir. Los resultados finales de aquella masacre sin sentido en los trenes de Madrid nunca podrán ser contabilizados como fríos números, aquello fue el fruto de la sinrazón y de la locura de unos pocos que no saben, ni quieren, convivir con el resto. No se muy bien si aprenderemos la lección para el futuro, pero estas cosas no hay que olvidarlas nunca. 

También son fechas complicadas y llenas de recuerdos, en unos días hace tres años que mi padre se marchó de nuestro lado, físicamente al menos, y ahora, cuando los tiempos no son tan buenos como antes, lo echo más en falta que nunca. Debo ser un poco egoísta, lo se, pero lo escribo como lo siento, cuando los sentimientos se agudizan, por las razones que sean, la melancolía y la tristeza por los que no están a nuestro lado se acentúan, ese es al menos mi caso. 
No pretendo ser diferente ni especial, supongo que aunque los años nos carguen con otros pesares hay algunos que siempre sentimos más cerca y eso, en estas fechas que son como las demás en muchas otras cosas, es de una mezcolanza de sentimientos muy difíciles de explicar. Mi relación con mis padres fue siempre excelente y solo tengo palabras de agradecimiento para ellos, es más creo que me parezco mucho a ellos en muchos aspectos. Cuando los has sentido cerca durante muchos años, ese es mi caso, tratas siempre de quedarte con las cosas que consideras buenas y ese era uno de mis objetivos cuando era mucho más joven. Ahora el paso del tiempo nos va colocando en el disco duro de los recuerdos, los mejores momentos y de esos, gracias a Dios, me tocaron vivir muchos. Por eso digo que en unos días se cumplirá el tercer aniversario de la marcha definitiva de mi padre y solo quiero sentirme bien con él y su recuerdo. Hasta el final sus palabras siempre fueron un apoyo en momentos complicados y ahora también hubiese estado al pie del cañón, no tengo ninguna duda.

No deja de ser curioso como la vida te va enseñando a cribar lo mejor posible los aspectos más cotidianos del día a día de los que luego, terminan siendo relevantes en todos los sentidos. 
Supongo que  será normal que los palos y malos momentos que uno se lleva son la parte de ese aprendizaje que supone el corto o largo trayecto que nos toque vivir y que normalmente son los que más dejan marca cuando te toca echar la vista atrás. Y ojo que no tiene nada que ver, en ninguna escala de valores, las pérdidas de los seres queridos con cualquier otra situación que te toque vivir. Y esto lo digo básicamente por mi.
Creo que lo peor de vivir situaciones más o menos extremas es que gracias a ellas te das cuenta de la realidad en la que vives. Mientras no llegas a ellas la vida es una burbuja en la que cada uno se muestra como le interesa. 
Los amigos, como dice un célebre anónimo, son como los taxis, cuando hay mal tiempo escasean.
Los antiguos era más proclives a dejar citas sobre la amistad y Epicteto de Frigia, un filósofo grecolatino que vivió hace casi dos mil años dijo que el infortunio pone a prueba a los amigos y descubre a los enemigos. Es la pura realidad, nos puede gustar o no, pero es absolutamente real. Yo incluso ahondaría más en el tema y diría que esos posibles infortunios, que muchas veces solo sirven para cambiar a mejor, sirven para ver la realidad exacta de lo que te rodea más cerca, con sus pobrezas y sus miserias, con esas ganas de crecer aunque sea pisando al que tienes más cerca para subir escalones o simplemente para poder decir que sigues viviendo a costa de aquel que un día fue tu amigo y que ahora no pasa de ser un auténtico desconocido.

En el baloncesto también pasan cosas, que si estas atento y no pierdes detalles, te enseñan claramente a conocer la realidad de unos y otros. El volver a disponer de más tiempo libre del que tenía hace un mes, me permite el ver más de cerca el trabajo de unos y otros. 
Lo más divertido es lo nerviosos que se ponen algunos que creen ver fantasmas detrás de cada esquina. No los tomo en cuenta, es normal y de mediocres el tener esa sensación similar a lo que algunos pueden llamar inseguridad y otros, de manera más dramática, llaman miedo escénico, por aquello de lo artista que pueden llegar a ser algunos de estos personajes. De todas formas es lo que hay, nos guste mucho, poco o nada.
Yo voy a seguir mi camino, como lo llevo haciendo ya muchos años, intentando no poner zancadillas ni empujando a nadie para salir adelante, es cuestión de estilo y sobretodo de formación, y la mía, gracias a gente como mis padres, me enseñaron que no hacía falta nada de eso para ser feliz y que las cosas hay que ganarlas con trabajo y dedicación, y a eso es difícil ganarme. Es complicado ser uno mismo en algunas ocasiones pero es mucho mejor sentirse bien intentándolo que dar por pérdida la batalla del día a día por falta de coraje o por exceso de miedo. Eso si, si quieres que te respeten, empieza por respetarte a ti mismo.

Un poco de música para terminar esta entrada llena de reflexiones personales. Como se que a algunos de mis más fieles lectores les gustó la música de Los Chicos del Cartón de Leche, The Milk Carton Kids, les dejo otro tema que también es muy bueno de su álbum The Ash & Clay, se llama Snake Eyes, Ojos de Serpìente, y viene al pelo. Este álbum, por cierto, estuvo nominado a los Grammy del 2013 como mejor disco de folk. Totalmente recomendable. 

1 comentario:

Gino dijo...

Pues sí, preciosa la canción, y preciosa la entrada; cada vez me reafirmo más en que ostrar los sentimientos es de valientes, en contra de lo que piensa mucho "duro"...un abrazo, y seguro que los padres están ahí arriba mirando orgullosos a lo que han dejado.