martes, mayo 25, 2010

RENDIBÚ, RELATO CORTO Y OTROS DETALLES

Con prisas y a lo loco, no confundir con faldas y a lo loco del célebre Billy Wilder, se me pasó el día de ayer. No os comenté que ayer me publicaron uno de los dos relatos que envié al concurso Rendibú 2010 que organiza La Verdad. Desde hace un mes aproximadamente, La Verdad ha ido publicando cada día uno de esos relatos en sus páginas y uno de los que envié, decidieron publicarlo ayer. Evidentemente estos trabajo van firmados bajo pseudónimo y como ya he visto la lista de finalistas y yo no estoy en ella, no creo que moleste a nadie ,si os dejo una copia para ver que os parece. Está claro que yo no soy un hombre de letras y mi falta de rigor literario puede que no le guste a muchos, pero la idea era precisamente esa, intentar hacer algo fácil y rápido de leer que pueda desencadenar una sonrisa.
El título del relato es Diario de un converso y estaba firmada por un sugerente El Conde de La Alcayna, el tema es una situación muy curiosa que le pasa al protagonista del relato tras una noche de fiesta y tropelías.

Imposible. Esa fue mi primera impresión cuando abrí los ojos y me di cuenta que no estaba en mi cama. Traté de abrir un poco más los ojos y ver lo que me rodeaba, lo peor no era eso, ni era mi cama ni estaba en mi habitación y ni tan siquiera era mi casa. Salté como un resorte de aquella cama estupenda en la que estaba acostado y me di cuenta que las sorpresas no habían terminado. Al otro lado de la inmensa cama en la que había dormido estaba otro hombre durmiendo placidamente. Me dije a mi mismo. ¿Qué carajo pasa?

Traté de ponerme de pie muy despacio para no despertar al sujeto que dormía plácidamente al otro lado de la cama y al levantarme me di cuenta que había dormido absolutamente desnudo. Mal empezamos, pensé en ese momento, buscando mi ropa interior por el suelo. Al incorporarme y buscar mis gayumbos entre las tinieblas de la habitación me di cuenta que no me dolía nada raro, salvo el tremendo dolor de cabeza por culpa de la resaca. Encontré mis calzoncillos al mismo tiempo que resoplaba, bajito eso si, por la aparente tranquilidad de tener todos mis espacios vitales en su sitio y sin alteración posible. Lo peor es que no me acordaba de nada.

Poco a poco y casi a tientas, solo entraba un poco de luz por la persiana casi bajada por completo, terminé de encontrar mi ropa y me vestí como pude. No me había atrevido a cruzar al otro lado de la habitación y todavía no sabía quien era el personaje que había dormido a mi lado aquella noche. Seguía intentando recordar lo sucedido, a pesar que el alcohol de la noche anterior corría por mis venas a velocidad endiablada y el dolor de cabeza se acentuaba cada vez más. Con mucho sigilo abrí la puerta de la habitación y busqué un baño entre tantas puertas que se presentaron ante mí. ¿Donde diablos estaba? ¿Quien era el sujeto de la cama? ¿Qué demonios había mezclado aquella noche para no acordarme de nada? ¿Qué había pasado? Demasiadas preguntas y todas sin respuesta.

Después de abrir con mucho tacto un par de puertas, encontré un baño grande y lujoso. Estaba justo al frente de la habitación de donde había salido, justo al medio de un pasillo enorme que por lo que parecía terminaba en una escalera. Con mucho cuidado de no hacer mucho ruido, me lavé la cara y me lamenté de no poder pegarme una ducha en condiciones. Una espectacular ducha de hidromasaje cerraba una de las esquinas de aquel baño. Tras lavarme la cara y algo más despejado me acerqué a la única ventana y tratándola con mucho cariño logré abrirla y ver lo que había afuera.

No me lo podía creer. Estaba en una casa muy grande, o quizás en un castillo, con un jardín espectacular lleno de césped y flores muy bien cuidado. No me sonaba de nada, sin ninguna duda era la primera vez que estaba en aquel sitio. Tras terminar de arreglarme, siempre con mucho cuidado, abrí la puerta del bañó y me encaminé hacia la escalera, por la altura de la ventana había calculado que estaba en un segundo piso o en un primero con los techos muy altos, cosa habitual en casonas muy grandes. Bajé los escalones con naturalidad, despacito pero como si conociera perfectamente donde iba, y cuando llegué al rellano de la escalera ante mi se abría un recibidor propio de una película de las de antes. Mi asombro seguía en aumento.

Cuando caminaba hacía lo que entendí era la puerta de salida, oí unas palabras a mi espalda. ¿Se va sin desayunar el caballero? En ese momento no sabía muy bien si correr hacia la puerta y salir abierto de aquel sueño o darme la vuelta y decirle que simplemente iba a tomar algo de aire fresco. Opté por la segunda posibilidad y me giré con mucho estilo, como se giran los señores de las películas, enfrente un señor vestido de mayordomo tipo inglés esperaba mi respuesta. Al verlo tan serio solo pude articular aquello de que aire fresco…desayuno, pues muy bien.

El mayordomo, no me había dicho su nombre, se dio la vuelta y entendí que debía de seguirlo. Tras recorrer una distancia como darle tres vueltas a mi apartamento, me señaló una mesa llena de alimentos y me preguntó muy serio: ¿Café o te? En ese momento y todavía en estado semicomatoso, seguía dándole vueltas a lo que había mezclado la noche anterior, acerté a balbucear un café cortito por favor.

Cuando acerté a sentarme y miraba con sorpresa lo que había encima de la mesa, el mayordomo volvió sobre sus pasos, apenas habían pasado unos segundos desde mi brillante intervención con el café cortito, para preguntarme como quería los huevos. Casi me da un ataque de risa en ese momento, para huevos estaba yo, y le contesté simplemente que no me apetecía.

Mientras me preparaba una tostada con un pan blanco riquísimo, la tostadora estaba junto a la mesa, no dejaba de darle vueltas a las mis mas preguntas de hacía un rato, incluso llegué a pensar si se trataba de un programa de televisión con una cámara oculta. Tras mirar para todos lados, untar mi tostadita y servirme un sabroso zumo de naranja, esperé, desayunando, la llegada del café. A los pocos minutos, se presentó el mayordomo de antes con una cafetera de plata espectacular y me sirvió un café para despertar a los más dormidos, su aroma al caer sobre la taza me volvió a trastornar casi por completo. Cuando terminó de servirme el café volvió a preguntarme. ¿Quiere el señor alguna cosa más?

A pesar de que mis constantes vitales estaban muy lejos de mis números habituales, lo miré con desparpajo y le solté de sopetón: ¿Dónde estoy? ¿De quien es esta casa? ¿Qué hago aquí? ¿Cómo he llegado hasta la cama? ¿Quién me ha desnuda…? Bueno, preguntando ésta última me callé pues entendí que eran demasiadas preguntas en tan poco espacio de tiempo. Aquel señor de aire inglés que me miraba con cara de extrañeza mientras yo preguntaba, solo me contestó lo siguiente: Espere un momento señor Conde que ahora mismo se lo explican.

¿Señor? ¿Conde? Donde coño estaba. Aquello era un manicomio o me tomaban el pelo. Mientras yo pensaba en esto, el mayordomo había vuelto a desaparecer y yo me había quedado como estaba. No, como estaba no, pues ahora resultaba que yo era conde cuando todo lo que recordaba era mi trabajo de administrativo en una caja de ahorros y a mis padres que estarían pensando donde estaba el perdido de su hijo.

La incertidumbre podía más que mi hambre y mi resaca, por lo que me tomé el café deprisa y corriendo, me levanté y volví sobre mis pasos para dirigirme a la puerta principal.

Cuando llegaba a la puerta, quedaban escasos metros, oigo una voz tremendamente familiar a mis espaldas. ¿Pero donde vas sin terminar de desayunar? Al darme la vuelta me doy cuenta que era mi madre, aunque evidentemente parecía otra, la que estaba al pie de las escaleras con una bata de raso principesco y con aires de nobleza de alto rango. Mama…no podía ni hablar, no entendía nada, no sabía donde estaba y lo peor de todo es que me seguía acordando de la espalda de aquel sujeto que había dormido en la misma cama donde me había despertado. Mi madre, bueno esa señora que se parecía y hablaba como ella, me miraba entre extrañada y sorprendida. Viendo mi cara, una mezcla de sorprendido y alucinado, me dijo muy seria. Es increíble como pierdes la cabeza en el momento en que te tomas más de una copa. ¿Qué estará pensando tu novio ahora mismo? ¿Cómo un conde de tu alcurnia pierde se esa manera el sentido?

Mi novio. Aquel hombre era mi novio. Yo soy gay y no me acordaba, eso es imposible me acordaría de algo así.

No, no, de eso nada. Yo soy muy machote, me encantan las tías y usted señora, aunque se parezca mucho a mi madre e incluso hable como ella, a usted, no la conozco de nada.

Ya está, cada uno en su sitio y dejémonos de tonterías, yo puedo ser muchas cosas pero conde y gay en el mismo formato es imposible. O eso pensé en ese momento.

Abrí la puerta de la calle y el sol de la mañana me dio de frente. Joder, pensé, era lo que me faltaba, se han olvidado las gafas de sol y no me he puesto la crema protectora…Como, la crema protectora, las gafas de sol…

¿Quien coño era yo? Me paré en seco, estaba mareado, aunque más que mareado lo que estaba era absolutamente confundido. La casa de mis padres, el apartamento, mi novia, mi trabajo…todo eso era un sueño. Definitivamente no entendía nada de nada. Me senté en las enormes escaleras exteriores de aquella casa y miré al cielo esperando una respuesta. Cerré los ojos esperando que al abrirlos todo lo anterior fuera un sueño, apreté con fuerzas mis párpados como si con eso lograría un efecto definitivo. Esperé un rato, hacía un poco de fresco a pesar de que el sol estaba bien alto. Pensé para mí, normal estamos en febrero, y volví lentamente a abrir los ojos, esperando una situación nueva, diferente…

Cuando terminé de abrir los ojos, seguía sentado en aquellas escaleras y delante de mí estaban un montón de personas mirándome con atención. La señora que decía ser mi madre, el mayordomo de pinta inglesa, un par de chicas que por su atuendo parecían criadas de las de antes y junto a ellos, un señor de pelo en pecho con un albornoz cerrado a la cintura que dejaba ver un torso bastante varonil. No se me iban los ojos hacía ninguna de las dos chicas, tremendas y con unas faldas cortas de vértigo, se me iban al pecho del maromo que me miraba con una mezcla de ternura y extrañeza. Lo de la mirada lo cuento para poder explicar mis sensaciones en ese momento, estaba totalmente aturdido y empezaba a creerme que era conde, vivía en aquella mansión, mi madre era la señora condesa y encima de todo, era gay. Bueno esto último tampoco me molestaba tanto, aquel tío estaba realmente bueno y las dos criadas ya se habían marchado ante la poca atención prestada en mi nuevo despertar.

Me levanté despacio y me volví hacía el interior de la mansión, mi mansión por cierto, todo el séquito que me miraba empezó a caminar tras de mi y entramos todos en la casa. Volví hacía la mesa donde me había tomado el café como un rayo y pedí unos huevos revueltos, si aquel era mi papel lo iba a interpretar con toda la dignidad posible. Mi madre, la condesa, se sentó a mi lado y entre sollozos me pedía que no volviera a tomar no se que pastillas, el maromo, todo un artista de las poses por cierto, se sentó frente a mi y me sonreía con aires de complicidad. Yo, mientras, me comía las tostadas que estaban algo frías y esperaba por los huevos. Una nueva vida, por lo menos aparentemente, se presentaba ante mí y salvo por un tema, solucionable si hubiera que solucionarlo, todo estaba mucho mejor de cómo yo lo recordaba.

Oyendo a mis contertulios de mesa, me enteré que mi novio era un noble italo argentino de nombre Federico y que jugaba al polo. Mi madre era condesa por matrimonio. El conde, mi padre, había muerto en un accidente esquiando en Jaca y yo, desde entonces era el Conde de La Alcaina. Joder, yo que me había despertado pensando que era Pepe Gómez y humilde empleado de banca, había pasado en unos minutos a ser conde, millonario y gay, esto último muy de moda en los últimos tiempos. Que cosas tienen las noches locas. En próximas apariciones ya os contaré como se ve la vida desde éste lado de la acera.


El que haya conseguido leerlo hasta el final, o para el que simplemente lo saltó, tengo una par de noticias relacionadas con el baloncesto. Por un lado comentaros que esta noche en el pabellón del CD La Flota se juegan las semifinales por el título de la primera liga de veteranos. A las 21,00 juegan el Jairis de Alcantarilla y el Clínica San Basilio, primer y cuarto clasificado. Luego a las 22,00 juega el AD Juver Basket y el CB Capuchinos, segundo y tercero de la liga, respectivamente. De estas semifinales, saldrán los dos equipos que se jugarán la final el próximo día 10 de junio en el Príncipe de Asturias a las 21,00 horas.

Esta semana se juega en Mazarrón la fase de sector interautonómico cadete masculino. En el grupo A jugarán el CB Murcia, el Real Madrid, el Sunny Valencia y el Cuenca Caja Rural, mientras que en el grupo B estarán el Fuenlabrada, el Lucentum de Alicante, el Colegio San Agustín de Madrid y el Toledo Unicaja. El equipo de Murcia jugará en el horario de tarde, a las 19,00 horas todos los días, siendo el resto de horarios repartidos en dos de mañana, a las 10,30 y 12,30 horas, más los dos de la tarde a las 17,00 y 19,00 horas de jueves a sábado. Este sector es una oportunidad para clasificarse para la fase final del Campeonato de España, pues los dos primeros de cada grupo se clasifican para esa fase final, algo que no ocurría desde que se juega con este formato.

No hay comentarios: