viernes, octubre 17, 2008

MELANCOLIA, DIMES Y DIRETES.

Robert Burton en 1621 publicó en tres tomos su Anatomía de la Melancolía, donde ofrecía una etiología multifactorial de la depresión, en ella la enfermedad no tiene una única causa, sino que puede tener varias y muy diferentes causas que van desde el amor a la religión, pasando por la política, la influencia de las estrellas o el simple aburrimiento. Hoy en día y según la perspectiva psicoanalítica el término melancolía es mucho más importante, pues es una de las subcategorías de la psicosis. Según estos, la psicosis se subdivide en Paranoia, Esquizofrenia y Melancolía.

Hace unos meses leí un artículo sobre la melancolía y la infelicidad como musas inspiratorias y me pareció interesantísimo. En él se habla del debate sobre la felicidad y lo que conlleva y la relevancia de la melancolía como motor creativo, esta claro que no es reciente ni es una idea nueva sobre este tema.
Esto viene a colación d
e lo que viene a continuación y del estado en que algunas veces se necesita para poder escribir o simplemente hablar de algunos temas que muchas veces pasamos de soslayo y que evidentemente tiene gran importancia.

Los "dimes y diretes" son los comentarios, réplicas y cotilleos entre dos o más personas dentro de una conversación intrascendente. Esta es la explicación que da alguna Web dedicada al lenguaje sobre la expresión tan comúnmente usada para explicar muchas veces los corrillos o cotilleos en los que nos podemos ver envueltos, o no, sobre infinidad de temas.
Está claro, o yo por lo menos lo veo así, que si alguien no está en boca de la gente es difícil verse mezclado en todo este tipo de comentarios.

Recuerdo con añoranza, tenía 23 años, que cuando me decidí a cumplir el servicio militar lo primero que me aconsejaron era que tratara de pasar lo más desapercibido posible. No era fácil pues yo ya era entrenador de baloncesto, estudiaba Medicina y solo el hecho puntual de haber tenido la suerte, me había enterado que por el año de nacimiento me tocaba la mili normal en Tenerife, de no tener que realizar las pruebas para acceder al famoso IMEC que se hacía entonces. La verdad es que durante el campamento en Hoya Fría traté de ser un número más y creo que lo logré, el problema fue luego cuando me tocó ir a mi destino y vivir de una manera muy cómoda todos esos meses que me quedaban por hacer.
Digo esto porque evidentemente uno a veces no puede quitarse de encima algún sambenito que le colocan y aunque sea absolutame
nte incierto tratar de convivir con él es lo mejor que se puede hacer.

Son muchos años los que llevo en Murcia, pronto serán 22, pues llegué un noviembre de 1986 y todavía no había cumplido los treinta años, y desde que llegué me ha tocado arrastrar con un sinfín de "dimes y diretes". Gracias a Dios, o mejor, gracias a mis padres que me dieron la formación que tengo, este es un tema que ha pasado a segundo plano en mi vida. Todavía soy el del "braguetazo" para muchos, la verdad es que después de 20 años casado y tener el hijo que tengo me siento muy feliz con el braguetazo y lo que me ha correspondido, espero que Marga y mi hijo puedan decir lo mismo.

En torno a esto siempre cuento una anécdota que me pasó en un programa de radio a los dos o tres años de estar en Murcia, todavía existía Antena 3 como emisora de radio y Paco Zaragoza, hoy metido de lleno en el mundo del fútbol, era uno de los pocos locutores de radio al que le gustaba el baloncesto ya hablaba con mucha frecuencia. Una vez estando de invitado en su programa coincidí con un entrenador murciano de fútbol, con una carrera excelente en el fútbol profesional, al que cuando me lo presentaron en antena no se le ocurrió otra cosa que decir literalmente: hombre no lo voy a conocer, este es el del "braguetazo". Mi cara en ese momento era un poema y creo que no darle la más mínima importancia en ese momento me ayudó a afrontar nuevas situaciones bastante similares.


Cuando fiché en Murcia, yo ya había entrenado y dirigido en lo que hoy es la liga ACB que por entonces era simplemente la Primera División de Baloncesto con solo 24 años, aunque algunos se han empeñado en ver que "mi" baloncesto empieza y termina en Murcia, cuando eso está muy lejos de la realidad, y digo que está muy lejos porque gracias a todos esos años que pasé en Tenerife entrenando y disfrutando de este juego me permitieron conocer y relacionarme con muchísima gente a la que hoy considero mis amigos.


Recuerdo muy bien a mi "Alma Mater" en este deporte, mis Escolapios y mi Cura Montenegro, a mis amigos de entonces en este juego, a
mi entrenador que me metió el virus de este deporte, José Carlos Hernández Rizo, al que era Presidente de la Federación de Baloncesto de Tenerife que me dio la primera oportunidad para entrenar, Víctor Floreal Concepción, y a los muchísimos jugadores con los que disfruté grandes momentos.
Aquel Subcampeonato de España Juvenil en La Coruña con mi Náutico de entonces, luego los recuerdos con mi Tenerife Anaga y el salto, coincidiendo con Tejero y su golpe, al primer equip
o de las Islas por aquel entonces y cuando todavía era un pardillo. Los buenos ratos con Toño, Vero, Conchi, Rubén, Pili y toda aquella camarilla que íbamos a comer después de los partidos, recuerdos que aunque pase el tiempo y la distancia sea grande, son imborrables.

En medio de toda esta vorágine estaba mi carrera de Medicina, por eso digo muchas veces que hay un entrenador joven en Murcia que me recuerda mucho a mis inicios, el perder exámenes por viajes de sectores de baloncesto, dejar parciales o finales para septiembre porqué en mayo o junio siempre había un Campeonato de España al que ir. Mis compañeros de facultad me querían como un tótem antiguo, pues pasaban los años y el equipo de baloncesto de la facultad seguía siendo mi nexo de unión a los que me adelantaban o a los que llegaban nuevos. Gracias al equipo de la Facultad y a un viaje de sector universitario llegué por primera vez a Murcia, ese mismo año 1986 y en mayo más o menos con un calor tremendo y un color que ya nunca desapareció de mis retinas. Luego unos meses después, en noviembre, y cuando solo estaba a falta de aprobar una parte de la Médica II me salió la oportunidad de saltar el charco y abrir mis horizontes. Pasaron veinte años para colgarme el título en el despacho, pero ahí está. No me equivoqué.

Con el paso del tiempo te das cuenta que estas cosas, al ser tan incontrolables, saltan incluso a los que vienen detrás de ti, es una gran putada, aunque suene muy mal, pero desgraciadamente es así. Lo digo porque conozco muy bien a un chaval de 20 años recién cumplidos que le ha tocado vivir con el adjetivo de ser "el hijo de o el nieto de". Lo más increíble de todo es que quien mejor lo lleva es él mismo, es difícil pero él se ha habituado a esa convivencia y lo vive, por lo menos aparentemente, de una manera muy especial. Le ha tocado vivir el baloncesto desde que era muy pequeño, no había otro tema, y él ha hecho una simbiosis con el juego que es muy difícil de llevar, siente el baloncesto como algo suyo y aunque la gente piense lo contrario, a él creo que ya le da lo mismo.

Su familia, su novia, sus amigos y sus estudios, son el complemento para una vida donde el baloncesto es muy importante. Muchas veces el "ser hijo de o nieto de" está claro que te puede ayudar a abrir alguna puerta en un momento determinado, pero también está claro que ese apelativo tan cariñoso le pasa recibo y factura en innumerables ocasiones. Aprovecho esta entrada para darle ánimos, los ánimos siempre vienen bien, y esperar que siga afrontando las cosas como vienen, de frente y con valor y recordándole aquello que siempre dice su Pepa, Envidia me tengan y no me compadezcan, o como dice ella que se entiende mucho mejor para que me tengan lástima, mejor que me envidien. Yo apostillo con otro refrán, me encantan los refranes, que dice, el envidioso es de tal ser, que no se le indigesta lo que come, sino lo que ve comer. Y que cada uno acarree con sus consecuencias.


Para despedir esta entrada y como homenaje a los que leen este blog desde hace tiempo y son jóvenes, o no tanto, y están por encima de los dimes y los diretes os dejo un éxito de este año 2008. Coldplay y su canción Viva La Vida que sin duda alguna son una muestra de como hacer buena música independientemente de muchas cosas.


3 comentarios:

Antoñito dijo...

A riesgo de que me digan "pelotero" u otras memeces yo solo puedo agradecer cosas a Felipe Coello por sus clases en baloncesto y en la vida, asi que siguiendo con el refranero "de bien nacido es estar agradecido" y que para algunos seras el del braguetazo pero para la gran mayoria seras Felipe a secas. De tu hijo Juanjo decir que con ser "hijo de" tal vez se pueda jugar en nacional o incluso en EBA pero no creo que para jugar en LEB Bronce ese "titulo" sirva de mucho asi que si está ahí debera ser por meritos propios. Los que nos hemos enfrentado a el y lo hemos sufrido sabemos de lo que es capaz.
Felipe Coello siempre ha confiado en los jovenes Marcos Martin, Benjamin, Gustavo Pallares, Ramon Moya,Edylverto Lavin (recuerdas a tu paisano?) Javi Garcia, Samu Alcaraz.... entonces porque no iba a confiar en Juanjo Coello si el chaval sobresale? a Felipe nunca le han importado los nombres.
El que se pica, ajos come.

José Felipe Coello Fariña dijo...

Antoñito, siempre Antoñito, que bueno eres.
Dices bien cuando recuerdas el famoso dicho del agradecimiento, para mi siempre ha sido una parte de mi vida, aunque siempre digo que no debes esperar de los demas lo que hace por ellos, le quita valor.
Ahora has vuelto a ser padre, pasan meses y a veces años y no nos vemos, es igual, lo importante es saber que estás ahí y que puedo contar contigo.
Un abrazo muy fuerte y muchas felicidades por el nuevo "Antoñito".

angel cegarra dijo...

hola felipe , he descubierto tu blogg hace poco y me gusta. En esta region en la que vivimos todo vale , como dice una cancion de miguel rios "si es que siempre van a hablar "
despues de quince años sin parar ahora llevo ya con esta cinco temporadas sin entrenar , y sigo el baloncesto desde fuera , echandolo de menos , menos de lo que esperaba , te deseo lo mejor en tu nueva vida laboral.
un saludo

angel cegarra