Con Diciembre llegó la amarga derrota. Habíamos ganado 10 partidos de una forma bastante sólida hasta el momento, solo frente al Castellón en casa habíamos pasado algún apuro hasta el último momento, el resto habían sido victorias amplias e incluso alguna de manera escandalosa. Siempre digo que un entrenador se siente como tal, independientemente de estar desarrollando su trabajo como entrenador a nivel profesional (ACB o LEB), de forma pseudo-profesional (EBA) o incluso entrenando en categorías inferiores, lo importante es sentir ese impulso de subida o bajada que dan las victorias y las derrotas. Lo importante, para seguir, es sentirlo.
Hace un mes, más o menos, perdimos a nuestro mejor hombre hasta ese momento, Mario Gil Fernandes, por una inoportuna lesión en el 5º metatarsiano de su pie derecho. Una lesión muy similar a la que le ocurrió a Pau Gasol en el Mundial de Japón, de la que todavía no se ha recuperado, y si tenemos un poco de suerte le recuperaremos en el próximo enero de 2007. De esta lesión se ha aprovechado Pablo Yanes, que no había empezado muy bien la temporada, y mi hijo Juanjo, que sin contar mucho en su equipo de Nacional (UMU Capuchinos) nos ayuda en el día a día y empieza a jugar minutos de calidad en esta liga tan dura.
Yo personalmente, hasta el momento, estoy muy contento de la actitud del equipo frente a esta liga y su grado de compromiso con el club y entre los integrantes del mismo. Los más veteranos ayudan a los que tienen menos protagonismo y quizás solo nos haga falta una mayor aportación de jugadores con calidad que salen desde el banco pero que hasta el momento su línea de juego es algo irregular, seguramente el grado de responsabilidad en este aspecto sea compartida por ellos y por mi.Veo, no me queda otro remedio, mucho baloncesto.
Siento que la llegada a esa presunta cima que ha sido el título de Campeón del Mundo de baloncesto en Japón el verano pasado, nos condicionará a ver, otra vez, un baloncesto demasiado estructurado y donde la presión del entrenador sobre los jugadores es demasiado importante. Nos empeñamos en hacer jugar a nuestros equipos como nosotros queremos y a veces, solo a veces, anteponemos nuestro ego y nuestra forma de ver o entender el juego por encima de la calidad o de las características más importantes que tengan nuestros jugadores. Somos asi, y lo digo desde la experiencia de haber entrenado durante los últimos 30 años de manera ininterrumpida.
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